22 de marzo de 2009

Todos los Fuegos




Unos y otros

  En Septiembre de 2005, fecha en que se realizó la elección para Gobernador de Coahuila y la renovación del Congreso, todos los panistas enjugaron sus lágrimas por la derrota en el resto del estado con el pañuelo blanco que la victoria en Torreón les proveyó.

  Como si fuese un beato que sacrificó su capital político a lo largo y ancho de Coahuila, a Jorge Zermeño, más que pleitesía, le rendían culto, pues, a su entender, gracias al ahora embajador de México en España José Ángel Pérez Hernández y cuatro de los cinco candidatos a diputados locales blanquiazules se impusieron en las urnas.

  Con aquel triunfo y después con el de 2006, el PAN local comenzó a tildar a Torreón como su “bastión” en Coahuila. La fuerza de sus próceres (Zermeño y Memo Anaya, sobretodo), aunada a una clara tendencia del electorado por las políticas conservadoras les dio argumentos para tal nombramiento.

  Y fue tal la confianza que tomaron que despreciaron a sus rivales; al PRI lo vieron como un reducto al cual los Moreira no atenderían, una silla en la cual nadie más se sentaría gracias al halo protector de su recuerdo. De ahí que Zermeño fuera primero a la Cámara de Diputados y después a Madrid, y que Memo Anaya se refugiara bajo el ala de Felipe Calderón, su compadre, y en el anonimato del DF.

  Encima, entre esa peligrosa mezcla de soberbia y megalomanía, no repararon que el encargado de la plaza, José Ángel Pérez, requería de ayuda de todo tipo, hasta moral.

  Por todo lo dicho, luego de tres años de considerarlo como su “bastión”, hoy los panistas ven en Torreón una lucha en donde simplemente no pueden competir, donde del intercambio de golpes saldrían moribundos.

  Tanto por el trabajo del PRI, como por su desdén y parsimoniosa reacción, el PAN parece hoy entregado a la fuerza de los Moreira, que, victoriosos, sólo se divierten para ver quién de sus dos “gallos” puede más, y que éste sea la figura decorativa que fungiría como próximo alcalde.

  Así, gracias a lo dicho, Torreón, si no ocurre algo extraordinario, vivirá unas elecciones donde sólo uno puede vencer, denostando los principios democráticos a causa de los olvidos de unos y la ambición de otros, llevando al resto a la deriva.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario