31 de mayo de 2009

Mártires del desamparo


  Sólo conocí a Eliseo Barrón Hernández de vista y por algún saludo circunstancial, pero, como a todos, me dolió su muerte, su asesinato.

  Desconozco cuáles eran sus filias, fobias y su forma de ejercer el periodismo. Por ello, no puedo realizar un juicio benévolo (tampoco negativo) a priori de su persona, aun cuando la tragedia que envuelve hoy al gremio periodístico coahuilense lo podría ameritar.

  Lo que sí puedo y haré es poner en la palestra el tema que tendría que ocuparnos a periodistas, dueños de los medios de comunicación, gobierno y sociedad en general: el desamparo absoluto con que se ejerce el periodismo.

  Es lamentable que continúen sumándose nombres a la lista de reporteros asesinados y que nadie de las partes involucradas tenga la sensatez de reparar en las precarias condiciones en que éstos trabajan en muchos de los medios de nuestro país.

 Sin sueldos justos, sin capacitación ni preparación para coberturas de riesgo, los reporteros de un buen número de empresas mediáticas son enviados a la calle como carne de cañón, exponiéndolos así a una serie de calamidades que ponen su vida en juego.

  El último fue Eliseo, así como ya pasaron decenas más. Hasta hoy, las muertes de los compañeros sólo han servido para enjugar algunas lágrimas fáciles, vender más periódicos o ensalzar la labor cotidiana, pero no más.

  De todos depende que el desamparo acabe, pues no nos conviene formar más mártires, es mejor pugnar por periodistas que laboren con garantías y respaldos significativos.


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