26 de julio de 2009

El inelegible

Los políticos sueñan con ser candidatos cuando su partido ostenta el poder, pues, en caso de estar del lado de la oposición, difícilmente conviene arriesgarse a plantar cara al partido oficial, sobremanera en elecciones locales.

Así, queda claro que algo grave, sumamente grave, debe ocurrir para que todos los suspirantes naturales de Acción Nacional por la alcaldía de Torreón duden de sus posibilidades de triunfo en las próximas elecciones de Octubre, situación que les hace recular incluso de lo que en algún momento determinaron como su futuro manifiesto.

Hicieron todo para ser elegibles. Negociaron con propios y extraños. Pero bien se sabe que el valor y el respaldo social no se compran en la esquina, y mucho menos se dan de facto.

Con todo lo dicho, resulta mucho más paradójico y lamentable que los propios panistas torreonenses releguen a sus propios correligionarios por el mero hecho de no seguir sus estelas rígidas, controvertidas y cuestionables. Qué importa si los tachados como proscritos tengan credenciales suficientes para postularse, lo que trasciende, según parece, es seguir la peculiar lógica de quienes mandan.

Para ejemplo está Carlos Bracho. Diputado federal a punto de terminar su mandato, presentó el fin de semana pasado su tercer y último informe de trabajo. Sí, un diputado que públicamente muestra su trabajo con santo y seña, con cuchillo y barniz.

Logros importantes durante su gestión, muestras de cómo y en qué gastó cada peso que le fue otorgado y la aceptación general de la ciudadanía son los aspectos positivos que Bracho se llevará consigo, pero que, increíblemente, lo anulan de la posibilidad de ser elegido como candidato a la presidencia municipal.

Resulta entonces, que la sensatez, el trabajo honesto y el crédito popular ganado a pulso ganancias para la anécdota, que te vuelven inelegible.

Bajo tales parámetros, se da nuestra política.

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