3 de abril de 2009

¿A quién salvas, Javier?

  Tras el despido de Sven Goran Eriksson de la dirección técnica de la Selección Nacional de fútbol, los ilustres federativos tomaron la decisión de darle el cargo a Javier Aguirre para que repita lo que hizo ya en las eliminatorias del Mundial 2002: llevar al Tri de la eliminación a poder actuar en la cita internacional.

  En el discurso de los directivos, resaltó lo dicho por Néstor de la Torre, flamante director de Selecciones Nacionales: “la experiencia y la personalidad de Javier fueron claves para decidirnos por él”. Hasta ahí todo parece normal, hasta intrascendente, pues coincido con quienes dicen que Aguirre era una de las mejores opciones en el mercado.

  Pero la pregunta que tendríamos que hacernos es: ¿para qué lo llaman? Para salvar al Tri, dice la mayoría, aunque, si el análisis es más profundo y concienzudo, la respuesta deriva en algo escabroso y cínico.

  Cierto es que el tema primordial es que México asista a Sudáfrica, pero el relevo en realidad llega por cuestiones económicas, pues tanto el duopolio televisivo como la retahíla de poderosos patrocinadores, tras el partido ante Honduras, se percataron de que el enorme negocio que representa el combinado nacional pendía de un hilo, de un hilo sueco.

  Sí, sale uno y entra el otro, pero ocurre casi por inercia, por decisión urgente, por una avidez de certidumbre de que la carretada de millones no tendrá fugas, sobretodo en estos tiempos de crisis, en donde los lobos tienen más hambre.

 Nadie habla de cambios de estructura, de deponer a los directivos y de exigir cuentas a aquellos que hacen del Tri una mina de oro y una fábrica de engaños, los cuales los aficionados continuamos consumiendo con una peculiar felicidad plena.

  Javier salvará el negocio, pero nadie piensa en rescatar a los millones de mexicanos que continuamos cayendo ingenuamente en que la Selección es un barredor de tristezas, un manantial de satisfacciones… ¿es peor la ingenuidad o el cínismo? 

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