14 de febrero de 2010

Examen de conciencia

La masacre perpetrada por un grupo armado en el Bar Ferrie de Torreón, hace ya dos semanas, caló hondo en la sociedad lagunera. Y es que, el adentrarse a una realidad tan drásticamente, el arrancarse el velo con manos espinosas, duele y confunde.

Atestiguar balaceras, asesinatos de sicarios y puchadores, ver convoyes militares desfilar cual 21 de Marzo en honor a la Primavera, son asuntos de alguna manera tolerables, que si bien alarman, no representan una afrenta directa en contra de la población.

Pero, saber que en la guerra entre las autoridades y el narcotráfico ya no se hace distingo entre simples civiles y cualquier de los dos bandos en pugna, más que alarmar, espanta, pues las herramientas con que cuenta la sociedad para responder a la agresiones sencillamente no existen.

Sin nadie que le escuche, ni refugio para la tormenta, el pueblo sólo se tiene a sí misma para enfrentar este tiempo de lobos; desafortunadamente, ni siquiera los ríos de sangre han servido para empequeñecer al egoísmo rampante que impera en él.

Egoísmo que no evita el espanto personal, la urgencia porque la violencia se esfume de su región, pero que no ayuda a buscar soluciones para acabar con la brutal desigualdad entre sus diferentes sectores, que continúa soportando que la economía enriquezca a unos cuantos y situé en el borde de la miseria a la mayoría.

La Laguna jamás ha hecho un examen de conciencia para saber qué tanto han tenido qué ver los condicionantes generados históricamente en la violencia que hoy día sufre. Porque queda claro que la actualidad lacera, pero el caldo de cultivo ha sido cocinado con décadas de injusticia, a manos de los mismos que hoy claman paz.

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