“They don't advertise for killers in the newspaper" sentencia un abrumado Decker en la emblemática película Blade Runner, en la que funge como replicante, un asesino de androides rebeldes, creados por los humanos para realizar las tareas que éstos despreciaban.
En el filme dirigido por Ridley Scott, se detalla el futuro posible para la especie humana y el mundo conocido, en lo que podríamos llamar “ciudades inteligentes”. La ochentera peli habla del 2019 como la fecha crítica. Y hoy, en pleno 2010 parece que los visos de las “ciudades inteligentes” comienzan a aparecer en la vida real, fuera de las pantallas del séptimo arte.
Por ejemplo, en Torreón, el Ayuntamiento presidido por Eduardo Olmos ha decidido dar vida al proyecto de conectividad a toda la ciudad, es decir, que en cada rincón de ésta se tenga acceso a Internet de forma gratuita; es su forma de convertirla en una “ciudad inteligente”.
Con tal política pública, la llamada “perla de La Laguna” estaría al nivel de Venecia, Italia, Toronto, Canadá, o Sunderland, Inglaterra, ganadoras de premios internacionales para la digitalización.
Llamativo, sin duda, pero también colmena de dudas, de suspicacias, hasta de desdenes, pues considerando el bajo índice de computadoras por cada mil habitantes en México (186 por cada mil), estaríamos hablando de que, de acuerdo a las cifras oficiales de población, el programa cubriría a poco más de 3200 máquinas en Torreón, una bicoca para un presupuesto que tendrá que rondar en varios millones de pesos.
Sería bueno que, antes de pensar en alcanzar el título de “ciudad inteligente”, las autoridades de Torreón pensaran que el primer indicio de agudeza mental estriba en ser eficiente y en priorizar las limitantes.
Acabar con las escuelas de lámina, o con las que ni siquiera cuentan con un pizarrón digno, sería un buen primer paso, al menos hasta que el porcentaje de beneficiados del Internet gratuito alcance mayores niveles.
Y si el futurismo se antoja, como panacea, que el alcalde y sus subordinados se renten Blade Runner.