2 de diciembre de 2009

El paquete de Olmos


Eduardo Olmos soñaba con ser alcalde de Torreón. Entendía que todos los cargos que ostentó eran sólo lianas consecutivas que lo llevarían a ocupar la presidencia municipal. Le costó y mucho. Derrota incluida ante José Ángel Pérez hace cuatro años.

Y hoy, a menos de un mes de tomar posesión, ya saborea las mieles de su quimera cristalizada.

Y entre que elige a sus colaboradores y el mobiliario para la oficina, seguramente también hay un dejo de preocupación, pues ya con la marea en calma, comprende que la tarea que tendrá será ardua, por no decir titánica.

Torreón es un polvorín, un caos dentro de una parsimonia que espanta. Obras inconclusas, deudas, desgobierno, policía deshecha y un desencanto general es lo que aguarda por Olmos, que, además de buenas intenciones y bonhomía, tendrá que arribar cargado de una planeación pulcra, única.

Queda claro que en soledad le resultará imposible cumplir los deberes, lo que le obligará a solicitar el auxilio del Gobierno del Estado, entidad que no podrá desentenderse si pretende cumplir cuando menos la mitad de las promesas que el ahora alcalde virtual lanzó.

De hecho, se conoce que durante los primeros quince días de Enero, Humberto Moreira y sus colaboradores más cercanos se estacionarán en Torreón para “echarle una mano (y un bolsillo)” a Olmos, cuya labor será intentar que las dos semanas se conviertan en cuatro años, claro, siempre y cuando esto no signifique perder margen de maniobra y que no se mande desde Saltillo.

¿Podrá con el paquete?

Al tiempo.